De enero a mayo, pasando por agosto y terminando en diciembre el año ya se me había escapado de las manos. Por fin ya solo quedaban 3 días para darle la bienvenida al 2017 y lo único que podía resumir de mi 2016 es que había sido el peor año de todos.
El año más difícil, complejo y complicado por el que había pasado.
Cuando digo todo esto no hablo de un simple año lleno de malos momentos o caprichos incumplidos, hablo de un año que sacudió cada fibra de mi ser, mostrándome una faceta que jamás había visto y hasta ahora la que más me ha sorprendido: la Dania invencible que puede con todo.
Para comenzar, el año inició con la gran noticia de que había terminado la universidad, un gran logro el cual llegaba con crisis existenciales, ciertas dudas y momentos llenos de incertidumbre y algunas lágrimas. No hace falta que te diga que la vida real se volverá tu peor pesadilla, pero todo esto pasará cuando aprendas a descubrir qué quieres de ella, haciendo más fácil tu camino y siendo feliz con lo que te apasiona.
Después de la montaña rusa de emociones, llegó a mi vida un trabajo del cual me llevo varias experiencias, no tan gratas, pero al final del día experiencias que en lo personal me enseñaron a ver algunos errores, madurar en varios aspectos, descubrir para lo que realmente soy buena y no confiar rápidamente, ya que muchas veces las personas por alguna razón no siempre son lo que esperábamos.
Ustedes me dirán que lo que había pasado hasta ese momento de mi año no era NADA comparado a los problemas serios que terminan en guerras mundiales, pero aquí venía la peor parte de la montaña rusa, esa caída que llega cuando menos la esperas.
Todos y cada uno hemos sufrido por la muerte de algún ser querido, conocido o el amigo de un amigo. Es algo por lo que ya hemos pasado y sabemos que es uno de los golpes más fuertes que la vida te puede dar, pero hasta que lo vives de cerca es cuando llegas a saber lo que se siente perder a alguien para siempre.
Esto es algo que no había contado porque aún no me sentía preparada, pero aún recuerdo esa noche como si fuera ayer...
Mi teléfono sonaba y al momento de contestar mi amiga me daba la peor noticia que puedes escuchar después de un largo día: Dania, nuestra Paulina está muerta... En ese momento me quede fría, sin palabras, creí que todo era una mala broma y con un nudo en la garganta y un vacío inmenso en todo el cuerpo me caí al suelo y no deje de llorar. No podía creer que mi amiga, esa a la que todos los días veía, con la que todas las mañanas hablaba y hacia vídeos cantando ya no estaría más en mi vida. Fue un shock enorme y simplemente en ese momento no sabía qué estaba pasando, como si el tiempo se detuviera y todo estuviera en cámara lenta. No sé cómo describir todo lo que en ese instante pasó por mi cabeza. No sabía la magnitud de dolor que podía sentir hasta que viví de cerca una pérdida tan importante.
Era muy obvio que las semanas siguientes se volverían una tortura para mi, y claramente lo fueron. Cada canción que cantábamos, cada foto y recuerdo eran un mar de lágrimas cuando menos lo esperaba, pero bien dicen que el tiempo cura todo y sana las heridas.
En ese tiempo aprendí que un amigo no es aquel que te busca para ir a comer o salir ocasionalmente. Un amigo es aquel que mientras tú lloras por teléfono a las 2 de la mañana, te escucha, te aconseja y te presta su hombro, no importa si al día siguiente tiene junta a las 7 am, lo que importa es que busca darte consuelo, tener palabras de aliento y hacerte saber que no estarás sola. Que un amigo va más allá de los años que se conocen o de los buenos momentos que pasan juntos.
Lo más valioso que una amistad te puede dar es que juntos superen los tragos amargos de la vida y aprendan de ellos, es saber que por más triste que estés, ahí habrá alguien que se preocupa por ti y busca hacerte sonreír y eso, eso es lo más bonito que alguien te puede dar.
Después de un tiempo puedo decir que estas malas experiencias no son del todo negativas ya que te ayudan a saber quién debe pertenecer en tu vida y quién simplemente va de paso.
Así como la muerte de una gran amiga y hermana, desilusiones de todo tipo tocaron a mi puerta. Desde no acreditar uno de los exámenes más importantes de mi carrera, hasta las típicas rupturas y heridas de viejos amores las cuales jamás me hubiera podido imaginar, traiciones laborales, decir adiós más de 1 vez, amistades vacías y muchos proyectos que no llegaron a ver la luz del día.
Definitivamente el año no dejaba de sorprenderme...
Juro que pensaba que el mundo se venía abajo, creía que la vida era la más injusta conmigo, que todo esto que me sucedía era una mala jugada y que el universo conspiraba en mi contra. Jamás había estado tan triste, desilusionada y apagada, ya nada podía ser peor pero estaba equivocada.
Con esto no trato de decirles lo desafortunada que fui, ni busco que sientan pena por mi, más bien quiero confesarles lo siguiente:
Durante todo el año pensé que había sido el peor año de mi vida. Que la mala suerte se había adueñado de mi y que nada mejoraría, pero jamás me percaté que la vida, Dios o el destino a lo largo del camino mandaran cientos de pruebas con el motivo de hacerte más fuerte cada día. De que aprendas de cada error. De que cada prueba tratará de abrirte los ojos para hacerte saber lo afortunado o afortunada que eres. Para darte cuenta que es momento de valorar todo lo que tienes. De ser feliz con lo poco o mucho que la vida te regala. De agradecer hasta lo más sencillo. De dejar las cosas vanas a un lado y aprender de todo lo que pasa en tu vida. De cerrar ciclos y aprender a dejar ir circunstancias, personas y cosas.
De darte cuenta que los malos años no existen, sino los años llenos de grandes experiencias.
Recuerda que cada persona decide cómo escribir el libro de su vida. Depende de ti si quieres vivir pensando que la vida fue injusta contigo o que la vida solo te mando las pruebas más duras porque sabía que un gran futuro te estaba esperando.
A pesar de las subidas y bajadas de una montaña interminable que no deja de asustarme o ponerme nerviosa en algunas ocasiones puedo decir que fue el año que me hizo más fuerte de lo que ya era, que me hizo caer miles de veces pero levantarme con más ganas y con la certeza de que la vida estará llena de obstáculos, pero vale la pena seguir adelante y sonreír a pesar de que pienses que todo va en picada.
Definitivamente fue el mejor año de todos...
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Fotografía: Fernanda Farjeat
Vestido: Sumaqkay
Botas: Stradivarius
Bolso: Kate Spade
Blazer: Zara
Lentes: Stradivarius