Soy de las personas disfrutan muchísimo cumplir años, incluso me encanta celebrarlo tanto, que meses atrás estoy recordándoles a todos que ya casi será 13 de noviembre (así que hoy que me lees paso a recordarte que, ¡ya casi es mi cumple! jaja).
Aún recuerdo el año pasado, cumplía 29 años y pasaba por un momento difícil, en donde las dudas y la incertidumbre no me dejaban en paz, fue justo al apagar las velitas del pastel que mi único deseo fue: “ser feliz y hacer cosas que realmente me emocionarán y me llenaran el corazón”.
Un mes después renuncié al trabajo que creía era “mi máximo sueño”, aunque la realidad es que meses atrás ese lugar iba consumiendo mi luz y no me dejaba avanzar…
Creo que crecer se trata de eso, de ir soltando personas, lugares, situaciones y trabajos que no permiten que tu potencial salga y deslumbre a todos, y no hablo desde el ego, hablo de que todos tenemos mucho que ofrecer, pero si poco a poco sientes que tu brillo se opaca o te sientes estancada, es momento de darle un giro a tu vida. Es lo que yo decidí hacer y, ¡qué gran decisión!
Aunque debo ser honesta contigo, al principio moría de miedo por no saber lo que venía para mí, pero siempre sentí una tranquilidad inmensa, y pienso que también eso es una green flag que te indica que estás haciendo lo correcto...
Comenzaron los 29, mis últimos veintes, y por un lado la emoción y las ganas de comerme al mundo regresaban, pero también la nostalgia de mirar hacia atrás y recordar todas las locuras que había hecho en mis años de universitaria; las lágrimas por esos desamores, las malas decisiones y los aprendizajes que las personas que pasaron y hoy ya no están me dejaron, las risas, los viajes, las ilusiones, los retos que en ese momento creía que era lo más difícil de afrontar, los logros y los momentos que me hicieron querer comenzar desde cero.
Las veces en que peleaba con mis papás porque por alguna razón cada fin de semana quería ir a Ragga o a cualquier antro de moda, las noches en las que a mis amigas y a mí se nos pasaban los Martinis y no dejábamos de reír, las pláticas en donde juraba que al llegar a los 30 sería doña perfecta empoderada con empresa propia y depa en París.
En fin, todos los recuerdos que, sin duda alguna jamás cambiaría, porque gracias a esos años de inmadurez y de creer que lo sabía todo, hoy soy doña soñadora empoderada, madura y creando no solo la empresa de mis sueños, si no la vida que hace una década me prometí.
Cumplir años viene cargado de magia, sueños y nuevas aventuras, pero también puede sentirse como que la vida se está yendo más rápido, o al menos eso es lo que los adultos pasados de los treinta dicen, y es que más bien uno se vuelve consciente de que solo estamos en esta vida un ratito y al mirar atrás añoramos regresar a esos días en donde las responsabilidades eran pocas y las ganas de vivir al máximo eran súper intensas.
Hoy, después de casi un año de prometerme disfrutar más y hacer cosas que le movieran “el tapete” a mi corazón me doy cuenta de lo hermoso que es crecer y florecer, de que si bien, la vida es un instante, nosotros tenemos la capacidad de crear y diseñar la vida que siempre hemos querido.
No estamos para creerle al mundo lo que dice de nosotros, no estamos para dudar de nuestros sueños y mucho menos para seguir las expectativas de lo que dicta la sociedad, estamos para ser felices, tomar riesgos, aventurarnos y hacer realidad todo aquello que desde niños soñamos.
Dicen que crecer duele, pero a mi parecer, salirte de una zona de confort y no quedarte con las ganas de nada, al principio incomoda, pero cuando das esos pasos de fe y te aferras a ese ideal y sueltas todo aquello que no te deja crecer comienzas a vivir de verdad y no duele, tan solo es algo que jamás habíamos experimentado y se siente diferente.
Así que después de este tiempo tan revelador y especial, en donde me he logrado conocer un poquito mejor y me he descubierto capaz en una nueva faceta en la que me siento más yo y menos la persona que buscaba una vida perfecta, puedo agradecer a cada persona que formó parte de esta década, incluso, aquellas que me sacaron una que otra lágrima, pero sobre todo este ´shout out´ es para aquellas personas que fueron y siguen siendo contención, fortaleza y amor puro; a esos amigos que están para sacarte una sonrisa y levantarte en tus caídas, a la familia que te ayuda a crecer y siembra amor incondicional, al esposo que siempre suma, multiplica, apoya y aconseja, a cada uno GRACIAS totales, los amo con el alma.
Sabes, tal vez llegaste hasta aquí porque necesitas leer que la vida se va en un respiro, sí, pero también tienes el poder de vivirla a tu gusto, que no importa lo que digan los demás, porque es tu historia y tú el personaje principal.
No te quedes con las ganas, deja de buscar pretextos y atrévete a soñar tan alto como te de la imaginación, sé intencional, no mires el camino ajeno y enfócate en ti y en ser tu mejor versión, abraza a todos los que siempre han estado ahí, ama con todas tus fuerzas, baila hasta que ya no puedas más, disfruta cada instante, no te compliques y no te compares.
Es tiempo de brillar y recuerda, tienes la edad perfecta para construir la vida que le contaste a esa personita a los ocho o 10 años, anhelo que todas tus decisiones te acerquen más a lo que te prometiste una vez.
Y hoy, con el corazón emocionado e ilusionado espero que la vista desde el tercer piso sea más espectacular y llena de magia.
Así que hoy te invito a esta nueva aventura en donde muchos le dicen los treinta y yo lo titulo “lo mejor apenas comienza”.
-D
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