Podemos ser poemas, de esos que una vez y otra vez los lees, no porque deseas aprenderlo, sino porque te cautiva y en cada palabra encuentras un nuevo significado.
Podemos ser poemas, de los que son complejos de entender pero adictos al leer.
Seamos poemas de amor, de los que dedicas, de esos que te sacan una sonrisa y que te hacen sentir que hay cientos de posibilidades en un mundo lleno de imposibles.
También podemos ser de los melancólicos, de los profundos o de esos tristes que ya no quieres terminar de leer porque las lágrimas se han hecho presente.
Incluso, podemos ser de esos que no recordábamos que existían pero que te saben al abrazo de una tía lejana, esa que después de 10 años de no verla te da felicidad saber que te sigue recordando como la pequeña de la casa.
Podemos ser de esos poemas aburridos, de los melancólicos, de los que te hacen sentir rabia y coraje, de los que comienzas a leerlos pero te quedas dormido, de los que te hacen pensar y replantearte tu vida. Seamos de los que puedes leer una y otra vez y no te cansarás nunca.
Quiero que seamos de esos poemas que parecen himno al amor, en donde las rimas se entrelazan y la métrica al ritmo de nuestro palpitar hacen que sea como si lo hubiese escrito el mismo Benedetti.
Seamos poemas, no importa de cuál seamos, pero SEAMOS, porque ahí, entre las líneas y las rimas se esconde nuestra historia, nuestros suspiros y nuestros deseos más profundos.
Así que seamos poemas, de esos que cuando se acaban, te dejan un vacío inevitable y decides volver a leerlos porque lo necesitas, porque nos encuentras, porque nos extrañas.
Seamos poemas, rimas o prosas, pero siempre seamos 🤍
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