Pasarán los años y cada que llega el 31 de diciembre, en la hoja que escribo de propósitos está “leer un poquito más”. Año con año por excusas que me ponía no lo cumplía, hasta mediados de este año en donde algo pasó y todo cambió.
De muy pequeña mi mamá siempre me motivó a leer, y aunque al principio fue algo que detesté, porque lo que leía era lo que en la escuela me ponían como tarea, en una ocasión yendo a comprar un libro para el colegio me encontré con Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo, una librería espectacular, en donde al llegar veías libros por doquier, pero lo que llamó mi atención fueron esas escaleras eléctricas que sin imaginarlo me llevarían a un espacio mágico y lleno de historias.
Recuerdo que al subir por las escaleras inmensas por alguna extraña razón mi emoción aumentaba al ver que llegaba al final de estás. Al bajar de ellas encontré muchísimos estantes llenos de libros con portadas llamativas y coloridas, entre estas una trilogía que conquistó mi corazón y logró que amara la lectura.
Los libros de los que hablo eran los de “Canciones para Paula” de Blue Jean, un romance juvenil que se desarrollaba en Madrid. En su portada tenía un par de corazones rojos acompañados de unos audífonos, leyendo la sinopsis que se encontraba en la tapa de atrás le rogué a mi mamá que me lo regalara.
No solo mezclaba mi amor por la música, había un periodista en la historia y un romance por desarrollar.
Después de leer el primer capítulo, mis días no volvieron a ser lo mismo...
Me acuerdo de que llegaba de la escuela a casa y lo primero que agarraba era mi libro para seguir y seguir comiendo palabra tras palabra, hubo fines de semana en que, aunque dieran las dos de la mañana yo seguía leyendo, necesitaba saber qué pasaría después.
Fueron libros que me enseñaron que puedes llegar a sentir mucho; a mis 14 años no tenía conocimiento de que un libro tenía la capacidad de hacer que amara u odiará a los personajes, que otras veces me sacaría miles de sonrisas y si el autor decidía hacer algo inesperado, hasta lágrimas podrían llegar a caer de mis ojos.
¿Cómo es que un libro puede hacerte sentir tanto en cada página y capítulo? ¿Cómo es que puedes llegar a conectar con personajes ficticios? ¿Cómo es posible que te llegues a sentir un personaje más dentro de una historia? ¿Cómo puedes conocer otro sitio en los que jamás has estado? Creo que esa es la magia de los libros, que te hacen desconectar de la realidad y te hacen conectar y sentirte que estás en un lugar seguro, en el que el tiempo no pasa.
Este año fue el año en que decidí regresar a ese lugar fascinante y lleno de historias románticas. Decidí recuperar a la Dania que ama leer y suspirar en cada página, esa niña que se enamora con el personaje principal que le promete a la chica amarla “Hasta que no queden más estrellas que contar”, o que se hace mil preguntas después de estar en “La biblioteca de la medianoche” y que hoja tras hoja descubre “El mapa de los anhelos” que guarda su corazón.
Esa Dania que ha decidido no callarse “Todas esas cosas que te diré mañana” y que opina que “Evelyn Hugo y sus siente maridos” si existieron en Hollywood y que en definitiva hubiéramos sido grandes amigas, incluso que se aventura a leer y odiar un poquito “El perfume del Rey”, ya que la fantasía, los reinos y los reyes no son algo que acostumbre a elegir, incluso, quiero que la Dania soñadora, la que amaba patinar encuentre en historias como la de “Lukov con amor” los recuerdos de su niñez en el hielo y la gran herencia musical que su papá le ha dado con "Daisy Jones & The Six".
Quiero que ese gran propósito que año tras año está escrito en mi hojita a rayas se vuelva no solo un hábito, sino un nuevo estilo de vida, mi “book era”, en la que la descubra escritores que con las palabras correctas entran hasta la raíz de mi ser, libros que podría volver a leer por las enseñanzas que me dejan, libros que me hagan cuestionarme todo y que me inspiren, libros que me enamoren y me hagan sufrir.
WOW, no puedo creer la capacidad que tiene un libro de motivarte, levantarte y desear seguir leyendo y leyendo hasta la madrugada con una luz tenue para no despertar a nadie.
Debo confesar que hoy, después de una larga pausa de años, regresar a leer con otros ojos, unos más adultos, pero igual de soñadores y llenos de ilusiones me hace sentir que me estoy comiendo al mundo. Como con algo tan sencillo y simple puedes genuinamente ser feliz. Mi libro, una taza de té, una cobija calientita y nada más.
Cada libro guarda algo mágico y especial, cada verso tiene un nuevo mundo que mostrar...
Aunque este año retomé algo que me apasiona, mi meta no será leer 12 libros uno por mes o ser como esas tiktokers que devoran hasta 20 libros en 30 días, mi idea es regresar a ese lugar seguro que me da vida, que me llena el alma y me hace recordar a la Dania que llegó a Gandhi y al subir por esas escaleras inmensas encontró un nuevo mundo lleno de letras, historias y autores que sí que te cambian la vida.
No soy la lectora más preparada, ni la que le historias complicadas, la que lleva un diario en el que compila sus libros o que opta por lecturas de grandes autores, creo que, a pesar de mi edad, sigo siendo la Dania de 14 años que se enamoró en esa librería y con mucha emoción le pedía a su mamá que le regalara su primer libro, el cual lo sintió tan suyo que muy de vez en cuando, al verlo en el librero llega a sacarme una sonrisa y me recuerda cómo comenzó todo.
Mamá: gracias por enseñarme que la lectura es preciosa y puede hacerte sentir cosas inimaginables. Al comprarme ese libro me diste la oportunidad de soñar más alto y fuerte.
Pepe: Te amo y gracias por dejarme gastar tu dinero en libros cada mes, por acompañarme noche tras noche y por preguntarme “y qué tal va el libro”, has despertado a la lectora dormida y la que no planea dejarlo jamás.
Querida Dania de 14 años: eres una enamorada empedernida y te agradezco que me hayas dado la oportunidad de encontrar algo muy mío y que me hace sentir una felicidad inmensa como no te imaginas, quién diría que Paula, Alex y Ángel influirían tanto en tu amor por el periodismo y tu elección no solo de carrera, si no de cómo ver la vida, que sí, puede que muchas veces la romantíces, pero sabes, tú eres todo un personaje, mi niña.
Por más historias que vivir a través de versos, páginas y libros…
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